Simón Rodríguez : Reseña de un visionario y hacedor errante...

viernes, 27 de junio de 2008

Simón Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. Pedagogo, pensador filosófico, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana. Fue maestro y mentor del Libertador Simón Bolívar.

Hijo expósito, su vida activa de maestro la comenzó en mayo de 1791, cuando el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo en la escuela de primeras letras para niños. Impartió clases al niño Simón Bolívar. Llegó a tener bajo su pupilaje a un grupo de niños que para finales del año 1793 ascendía a 114.

En junio de 1793 se casa con María de los Santos Ronco. En 1794, presenta al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y el medio para lograr su reforma por un nuevo establecimiento. Se trata de un planteamiento crítico de la enseñanza colonial. En 1795, cuando el niño Bolívar se fuga de la casa de su tutor, es enviado a vivir en la casa de su maestro Simón Rodríguez, bajo la tutoría de éste.

En 1797, a raíz de ser abortada la tentativa revolucionaria de Gual, España y Picornell, el maestro toma la determinación de salir al extranjero. Llega a Kingston (Jamaica), donde residirá algún tiempo y cambiará su nombre por el de Samuel Robinson. Luego viaja a los Estados Unidos, vive en Baltimore como cajista de una imprenta, hasta finales de 1800, y en abril de 1801 se traslada a Francia. Desembarca en Bayona y pasa a París, donde se residencia. Traduce al español la novela Átala, de Chateaubriand. Son los años del ascenso vertiginosos de la estrella de Napoleón Bonaparte. Bolívar, ya viudo, llega a París en 1804. Maestro y alumno se reúnen a poco en Vienay, van a madurar entre los dos una sólida y bella amistad. Rodríguez participa de manera decisiva en el nuevo rumbo de Bolívar: el compromiso para siempre con el destino de su patria .

Simón Rodríguez influye en Bolívar, ya sea con la instrucción en diversas materias y en el carácter. En 1826, los dos amigos se pierden el rastro para no volver a toparse.

Simón Rodríguez en Bogotá por el año de 1824, funda su primer escuela - taller. Luego, dicta clases de botánica, agricultura , anatomía por toda Latinoamérica.

Pero además de educar, Rodríguez expresó sus ideas "vigorosamente y con potente creatividad, en libros, folletos, trabajos para la prensa y hasta en las cartas. En todo eso se halla el pensamiento más original de América en su tiempo. Sus producciones escritas pueden detallarse así: Sociedades Americanas en 1828, libro que él llamaba su Obra Clásica; El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social, ciento sesenta páginas interesantemente polémicas; Luces y Virtudes Sociales, libro de sustancia doctrinal, un volumen que junta dos estudios científicos titulados: "Observaciones sobre la empresa de desviar el río Vincocaya", y " La ciudad de Concepción después del terremoto de 1835". Folletos: "Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas"; "Pródromo" de "Sociedades Americanas en 1828"; "Extracto de la defensa de Bolívar"; "Galeato", para "Luces y Virtudes Sociales"; "Partidos"; "Crítica de las Providencias de Gobierno"; "Extracto sucinto de mi obra sobre la Educación Republicana", y "Consejos de amigo dados al Colegio de Latacunga". Se conservan, además , veintiséis cartas escritas por él".( página 299 del Extracto de la Obra: "Ocho grandes biografías", editado en Venezuela).

Su obra llamada "sociedades americanas"(1828), trabaja e insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, concepto que sintetiza en una frase: "La América Española es Orijinal= Orijinales han de ser sus instituciones i su gobierno i Orijinales sus medios de fundar uno i otro. O inventamos o erramos".

En los años finales de su vida, Simón Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena parte de su obra a causa de un incendio que devastó a buena parte de la ciudad. En 1853, emprende un nuevo viajo al Perú, acompañado por su hijo José y su amigo Camilo Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el pueblo de Amotape el 17 de julio de 1853. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas, ciudad natal, donde reposan en el "¡Panteón Nacional!".

Este estudioso de Rousseau decía: " no quiero - escribió - parecerme a los árboles que echan raíces en un lugar y no se mueven, sino al viento, al agua, al sol, a todo lo que marchaba sin cesar". Labora sin término, descubre, innova, intuye, crea, percibe a distancia de cien años hacia el porvenir. Pero no lo comprenden; y en ello su drama gigante: "Hay ideas - expresa analizando su propia problemática- que no son del tiempo presente aunque sean modernas, ni de moda aunque sean nuevas. Por querer enseñar más de lo que todos aprenden, pocos me han entendido, muchos me han despreciado y algunos se han tomado el trabajo de perseguirme". (página 298 "Ocho grandes biografías", editado en Venezuela).

A continuación algunos pasajes sobre Simón Rodríguez pertenecientes a la obra de Eduardo Galeano "Memorias del fuego II".

Las ideas de Simón Rodríguez:

Hacen pasar al autor por loco. Déjesele trasmitir sus locuras a los padres que están por nacer.

Se ha de educar a todo el mundo sin distinción de razas ni colores. No nos alucinemos: sin educación popular, no habrá verdadera sociedad.

Instruir no es educar. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, tendrán quien haga.

Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. No se mande, en ningún caso, hacer a un niño nada que no tenga su <<>> al pie. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón respaldando las órdenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: << ¿Por qué?>>. Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mando hacer, se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad, como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.

En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas. Primero, porque así desde niños los hombres aprenden a respetar a las mujeres; segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo a los hombres. Los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería, herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias. Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia.

Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra. (297).

1851 Latucunga:

En lugar de pensar en medos, en persas, en egipcios, pensemos en los indios. Más cuenta nos tiene entender a un indio que a Ovidio. Emprenda su escuela con indios, señor rector.

Simón Rodríguez ofrece sus consejos al colegio del pueblo de Latucunga, en Ecuador; que una cátedra de lengua quechua sustituya a la de latín y que se enseñe física en lugar de teología. Que se implanten maestranzas de albañilería, carpintería y herrería. Por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, de pueblo en pueblo, peregrina don Simón. Él nunca quiso ser árbol, sino viento. Lleva un cuarto de siglo levantando polvo por los caminos de América. Desde que sucre lo echó de Chuquisaca, ha fundado muchas escuelas y fábricas de velas y ha publicada un par de libros que nadie leyó. Con sus propias manos compuso los libros, letra a letra, porque no hay tipógrafo que pueda con tantas llaves y cuadros sinópticos. Este viejo vagabundo, calvo y feo y barrigón, curtido por los soles, lleva a cuestas un baúl lleno de manuscritos condenados por la absoluta falta de dinero y de lectores. Ropa no carga. No tiene más que la puesta.

Bolívar le decía mi maestro, mi Sócrates. Le decía: Usted ha moldeado mi corazón para lo grande y lo hermoso. La gente aprieta los dientes, por no reírse, cuando el loco Rodríguez lanza sus peroratas sobre el trágico destino de estas tierras hispanoamericanas: ¡ Estamos ciegos! ¡ Ciegos!

Casi nadie lo escucha, nadie le cree. Lo tienen por judío, porque va regando hijos por donde pasa y nos los bautiza con nombres de santos, sino que los llama Choclo, Zapallo, Zanahoria y otras herejías. Ha cambiado tres veces de apellido y dice que nació en Caracas, pero también dice que nació en Filadelfia y Sanlucar de Barrameda. Se rumorea que una de sus escuelas, la de Concepción, en Chile, fue arrasada por un terremoto que Dios envío cuando supo que don Simón enseñaba anatomía paseándose en cueros ante los alumnos.

Cada día está más solo don Simón. El más audaz, el más querible de los pensadores de América, cada día más solo.

A los ochenta años, escribe:

" Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.(298)

Las ideas de Simón Rodríguez:

¡ Vea la Europa cómo inventa, y vea la América cómo imita!.

Unos toman por prosperidad el ver sus puertos llenos de barcos... ajenos, y sus casa convertidas en almacenes de efectos... ajenos. Cada día llega una remesa de ropa hecha, y hasta gorras para los indios. En breve se verán paquetitos dorados, con las armas de la corona, conteniendo greda preparada <<>> para los muchachos acostumbrados a comer tierra.

¡ Las mujeres confesándose en francés! ¡ Los misioneros absolviendo pecados en castellano!

La América no debe imitar servilmente, sino ser original.

La sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nada quieren las nuevas repúblicas admitir, que no traiga el pase... Los estadistas de esa naciones, no consultaron para sus instituciones sino la razón; y ésta la hallaron en su suelo. ¡ imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo!.

¿Dónde iremos a buscar modelos?. Somos independientes, pero no libres; dueños del suelo, pero no de nosotros mismos.

Abramos la historia: y por lo que aún no está escrito, lea cada uno en su memoria. (285).

(285). Rodríguez, Simón, Sociedades Americanas, edición facsimilar, con prólogo de Germán Carrera Damas y J.A. Cora, Catalá/ Centauro,1975.

(297). Ideario de Simón Rodríguez, Caracas, Centauro, 1980.

(298). Simón Rodríguez, Caracas, Centauro, 1976.

Nota: El texto sobre Simón Rodríguez s sin previa cita fue sacado de los archivos d la Corporación Universitaria Ibaqué (página Wed) .


Artículo publicado en la revista
GENTEINVISIBLE nº1 del año 2000. Chile

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